martes, 2 de noviembre de 2010

Coincidencias

-¿Está todo bien?- le dije a Brandon ientras me acercaba con cautela. Él no podía irse. No también.

-Sí, ¿por qué lo preguntas?- dijo mirando momentáneamente la pantalla de la sala. Sí, sin duda él también tenía que irse. Esto era demasiado, sentía que als fuerzas me fallaban. La sala comenzó a girar cuando de pronto unas delgadas manos me sujetaron por la espalda antes de que todo se volviera totalmente oscuro...

**************************************************
-Creo que ya está despertando-

-¡Se puso totalmnete pálida!, ¿seguro que esta bien...?-

-Sí, no te preocupes. Es que le han pasado tantas cosas los últimos dias- eran sonidos que itentaban ser palabras sólidas. Ví un techo blanco y sentí que estaba en un lugar diferente. No estaba en el aeropuerto. Y tampoco estaba Brandon. Ni Adam.

-¿Dónde estoy...?- dije levantándome despacio. Abrí bien los ojos y descubrí que estaba en lo que parecía una enfermería o algo así. Había alguien cerca de mí, y un chico que no podía enfocar bien. Me dolía la cabeza, y sin pensarlo, me lancé sobre él y lo abracé al tiempo que buscaba su cara.

-¡No te vayas tu también, no me dejes!- Unos brazos fuertes me separaron con delicadeza y comencé a llorar.

-Tranquila, niña, que estás delicada. Siéntate e intenta ordenar tus pensamientos. Ten, toma esto y al poco rato te sentirás mejor- me dijo una señora, debía ser una enfermera. Tomé lo que me dió, y me sentpe tranquilamente, esperando a que todo el remolino de ideans que pasaba por mi cabeza se ordenara de una vez por todas. Adam se había ido a pasar lo último que quedaba del verano en San Antonio, con unos parientes. Brandon... ¡Brandon!

-¿Dónde esta Brandon? ´¡Díganme! ¿Dónde esta?- dije de pronto, mientras nuevamente las lágrimas me nublaban la vista. Las mismas manos que me salvaran de caer al piso, me sujetaron de los hombros. Era Annie.

-¡Oh, Annie! ¿Dónde está? ¿Dónde está?- repetí. Y caí en la cuenta de que el que estaba tambien en la habitación, pero ahora peado a la puerta, era Sebastian. Me sentí apenada.

-Se fué una semana de crucero con su familia, por el Caribe- se empezó a reir.- Sabe muy bien cómo aprovechar el tiempo, ¿no crees? No te preocupes, estará de regreso antes de lo que te imaginas. Y por Adam... no te preocupes tampoco. Me dejó algo p...-

-¿Te dió algo? ¿A tí? ¡¿Y por qué?!- estaba alterada. Necesitaba correr, gritar, dejar salir todo eso que tenía dentro de mí. Y la pobre de Annie, resultó estar en el lugar incorrecto. Pero ya había hablado. Ella me soltó despacio, y, contra todo pronóstico, me miró con ternura mientras se arreglaba el pelo. No había notado que ahora lo traía mediano y ondulado. Se veía muy linda.

-Porque tu estabas atrincherada en tu cuarto. Al principio, Sebastian no estaba muy de acuerdo con la idea de que me visitara en el hospital, pero habló con el. ¿Verdad, liebe?-

-Sí, Cathy. El pasó por el hospital antes de que tu y tus padres llegaran- dijo, mientras caminaba y se colocaba al lado de Annie. Me daban un poco de celos que ellos dos estuvieran juntos, pero así tenia que ser.

-Y, ¿qué fue lo que dejó?- pregunté. Annie y Sebastian intercambiaron una mirada de complicidad.

-Voy al auto por el... paquete- dijo Ann y salió del cuarto.
**************************************************
Me quedé con Sebastian, y la enfermera estaba en su escritorio ocupada en sus asuntos, pero sin dejar de voltear a verme de vez en cuando.

-Oye, perdón por lo de hace rato, estaba... confundida- dije mientras me quedaba tranquilaente mirando la almohada. Me sentía apenada, y sabía que, aunque Ann había hecho como si nada hubiera pasado, esos pequeños detalles la molestaban de vez en cuando. Sebastián sonrió, y hasta entonces reparé en su linda sonrisa.

-No te preocupes. Somos amigos, ¿no? y los amigos están para apoyarse. Pero a la próxima, avisanos a Ann y a mí, antes de lanzarte tan sorpresivamente, por favor- dijo, mientras pasaba una mano por su cabello. De pronto me pareció sumamente guapo. Sacudí mi cabeza para librarme de esos pensamientos. Era ovbio que intentaba transferir mis sentimientos hacia alguien tan bueno como él.

-De acuerdo, Sebastian -calle unos momentos y luego hice una pregunta algo tonta para no quedar en un aburrido silencio. -Oye, ¿por qué Ann te dice liebe?-

-Ah, eso- se rió un poco, y luego se acercó un poco a mi. -Es que yo le propuse que nos pusieramos... apodos cariñosos, ya sabes, como de juego. Es que en otras personas he oido que se dicen cosas como "osito", "princesa", etcétera, y se me hizo algo divertido. Ella me dice "amor" en alemán; algo muy original. Y me encanta-

-¿Y tú cómo le dices?-

-Si dices algo, te mato- interrumpió de pronto Annie. Yo en automático me alejé de Sebastian, pero ellos se mostraron muy tranquilos. -En serio, Liebe, le dice algo y cambio liebe por ...-

-De acuerdo, de acuerdo, no le diré nada- dijo, mientras se iba junto a ella y se colocaba detrás, al tiempo que le susurraba algo al oído. Annie hizo un movimiento involuntario con la cabeza, mientras una de sus manos iba hacia su oreja. Se veía inmensamente feliz.

-¿Es tan malo, Annie?- pregunté, mientras intentaba sentarme en la cama. La enfermera nos vió, y se acercó.

-Parece que ya estas mejor. Pero procura no agotarte demasiado, tardaste algo en reaccionar; pero ya te puedes ir a tu casa-

-Gracias-contesté, mientras tomaba mis cosas y me dirigia a la puerta, donde estaban Annie y Sebastian algo cariñosos. Hice como que no los veía, hasta que ya estuve de verdad muy cerca de ellos. -¿Nos vamos?- dije.

-De acuerdo, Cathy, pero antes te tengo que dar algo- dijo Annie, mientras me entregaba un pequeño CD.

-¿Y esto es...?- pregunté.

-Es lo que me dejó Adam antes de irse-dijo mientras me miraba espectante. Lo sujeté contra mi pecho mientras él se encontraba probablemente a miles de metros de donde estaba.
¿Qué podría venir grabado en el pequeño paquete?